(Minghui.org) Una practicante que acababa de enviar por correo su denuncia penal contra Jiang Zemin, ex jefe del PCCh a la suprema corte popular y a la procuraduría popular, fue a visitar a su hija y su nuevo bebé. La hija y su familia viven en otra provincia.

El esposo de la practicante, quien no practica Falun Gong, se quedó en su casa.

El señor Li, esposo de la practicante, escuchó un golpe en la puerta a comienzos de agosto. Dos extraños entraron y pidieron ver a su esposa. Les respondió que no conocía su paradero. Uno de los hombres dijo que no creía que un esposo no supiera la residencia de su esposa. El señor Li dijo que respeta su privacidad y no le pregunta cuándo sale y qué hace.

Ellos le mencionaron que su esposa había escrito una carta que acusaba a Jiang Zemin de ser un criminal. “Si, sé eso”, respondió. “La demanda debió haberse hecho hace tiempo. Jiang es el hombre más corrupto en el mundo, él ha echado a perder a China más allá de nuestra imaginación. ¿Por qué no puede la gente demandarlo? Creo que ustedes también deberían hacerlo".

Los dos hombres le preguntaron por qué ellos deberíamos demandar a Jiang.

“Ustedes también son víctimas de la persecución a Falun Gong. Jiang les dijo que persiguieran a los practicantes de Falun Gong, e incluso mintieran”, dijo. “Si siguieron sus órdenes, ustedes han cometido crímenes contra la humanidad. Por consiguiente, serán castigados y recibirán retribución”.

Los hombres miraron asustados y no tuvieron nada que decir. El señor Li dijo que había olvidado pedir sus identificaciones. Le respondieron que eran oficiales de policía de la división de seguridad nacional local.

Después de mostrarle sus identificaciones, el señor Li manifestó: “Parece que están aquí para arrestar a mi esposa. Pero no está en casa. Pueden llevarme a mí ya que apoyo su demanda. A mi edad, no tengo miedo a nada”.

“No, ¿cómo podríamos arrestarlo a usted?”, preguntó uno de los hombres. “Es muy amable, y piensa que también somos víctimas. Nunca antes nadie nos había dicho eso. Solo estamos haciendo nuestro trabajo. No hay problema”.

Los oficiales se fueron tranquilamente. Desde aquel día, nadie ha vuelto a hostigar a esta familia.