[Minghui Net] Un día de marzo 2002, mi ex jefe me llamó para que fuera a la compañía. Mientras estaba detenida en un campo de trabajo forzado, él me despidió. Pero esta vez, me dijo que tenía una nueva oferta laboral. De hecho, estaba mintiendo.

Al llegar, mi jefe y la policía me metieron en un coche policial y me llevaron al centro de lavado de cerebro del lago Tangxun. La compañía recibió una multa de 6000 yuanes. Enviaron un ex colega para que me vigilara.

En el coche me interrogaron, y un viaje de dos horas duró 7 horas. Llegamos allí de noche. Algunas personas que traicionaron a Shifu intentaron hablarme. Les dije que me sentía descompuesta y que necesitaba descansar. Un médico me examinó y dijo que los latidos de mi corazón estaban acelerados. Me recomendó que fuera a una habitación y descansara.

Mi colega y una señora que trabajaba en el centro de lavado de cerebro se quedaron en la habitación conmigo. Sus camas estaban junto a la mía. El centro los hacía que me vigilaran y reportaran mi comportamiento. Se turnaban para vigilarme de noche. Incluso me seguían cuando iba al baño. No tenía permitido hacer los ejercicios, dejar la habitación ni tener contacto con alguien más. Estaba completamente aislada.

A la mañana siguiente, pensé en cómo eliminar a los seres perversos detrás de estas personas. Las palabras de Shifu vinieron a mi mente:

“No importa cuál sea la situación, no cooperen con las demandas, órdenes e instigaciones del mal. Si todos hicieran esto, el ambiente no sería así” (Los pensamientos rectos de los discípulos de Dafa son poderosos, de Escrituras Esenciales para mayor avance II).

Me senté en la cama sin usar el uniforme. Intentaron ponérmelo, pero me negué. Gong Shanxiu, una guardia perversa, vino y los ayudó a ponerme el uniforme. Ella demandó que tomara el desayuno. Dije que no. Me pidió que fuera arriba a tomar clases. También me negué. Dos guardias armados me arrastraron a una habitación arriba, donde había dos colaboradores que habían traicionado a Shifu.

Me hablaron de cosas del pasado. Luego comenzaron a hablarme de su lógica retorcida. Les dije: “Están yendo hacia el lado opuesto. Dejen de hacer esas cosas”. Dejaron de hablarme por un rato y luego continuaron. No dije nada ni los escuché. Dos horas después, les dije que me sentía incómoda. Los médicos pidieron un descanso para mí.

Tampoco almorcé. Las personas que me vigilaban me pidieron que tomara un baño. Acepté. Intentaron complacerme ofreciéndome una toalla y jabón. Cuando terminé, cuatro o cinco colaboradores más vinieron para ayudarme a vestirme y cepillar mi pelo. Me puse alerta. ¿Por qué estaban siendo tan amables? Era porque querían que yo les diera la razón a las cosas que ellos decían.

Yo elegí seguir a Shifu. Me rodearon y dijeron un montón de cosas para complacerme. Me dije: “No los estoy escuchando en absoluto”. Vieron que las cosas que me decían no tenían efecto así que dejaron de hacerse los buenos.

Luego intentaron otro enfoque; gritaron algunas frases retorcidas en mis oídos. Dije para mí: “Shifu está conmigo. Todos ustedes son pequeños seres perversos, y yo estoy por encima de ustedes. No pueden tocarme. No escucharé nada de lo que digan”.

Me senté en la cama a recitar el Fa. Cerré mis ojos. Realmente no podía escuchar lo que decían. Comenzaron a pegarme en la cabeza y en el cuerpo. Dije: “Es ilegal golpear a la gente”. Dejaron de hacerlo.

No cené tampoco. Algunos colaboradores vinieron. Uno de ellos me dijo que era del mismo pueblo. Su acento era familiar. Pensé: “Sin importer de dónde eres, estás siendo cotrolado por seres peversos”. No escuché lo que dijo.

La próxima persona aparentó ser amable conmigo. Incluso habló de lo que Shifu enseña y de cómo él mira hacia dentro. Dijo que yo tenía apegos y que tenía que hacer lo que él me decía. En realidad estaba intentando dañar Dafa.

Las palabras de Shifu aparecieron en mi mente: 

“En una ocasión, un estudiante nuestro abrió un libro de qigong, y en ese momento una serpiente grande saltó afuera del libro” (Lección Sexta de Zhuan Falun). 

Si pensaba que sus palabras tenían sentido, sería afectada por los seres perversos que lo controlaban. Sin importar cuán racionales sonaban sus palabras, no lo escuchaba. Sin importar cuán duro intentaba hacerse pasar por un practicante, yo no lo consideré uno, tampoco lo consideré como una persona normal, porque estaba actuando bajo el control de seres perversos.

Otro colaborador usó palabras de Zhuan Falun para intentar engañarme. Me dije: “¿No está socavando el Fa? Dafa es muy profundo, y es mi nivel el que me permite entender los principios más elevados. Como practicante, ¿cómo podría entender los principios más altos? Solo Shifu sabe eso. No lo escucharé”. Finalmente, se fueron derrotados. 

La tercer mañana, las dos colaboradoras volvieron. Estaban desanimadas. Me pidieron que comiera algo y se fueron al rato. Luego siete u ocho colabotadores trajeron Zhuan Falun con ellos y dijeron: “Estudiemos el Fa”. Me dije: “Ustedes no son practicantes. Están simplemente intentando engañarme. No los escucharé”. Vieron que no iba a funcionar y furiosos comenzaron a golpearme.

Ya había pasado tres días y noches sin comer. Huang Rui, jefe de la oficina 610 en Xiaogan, dijo: “Puedo conseguirte un trabajo si cooperas con nosotros” y “Si no comes algo, te alimentaremos a la fuerza. Eso es muy doloroso. Aquellos que hicieron huelga de hambre todos terminaron cooperando. ¿Por qué quieres atravesar ese proceso tan horrible?”.

No cooperé porque esa forma es muy poderosa para disolver a todos los seres perversos allí. No me importaba cuánto dolor sufriera mi cuerpo o cómo otras personas lo verían. Siempre que pudiera eliminar a los seres perversos, continuaría haciéndolo sin importar cuan doloroso fuera. "Incluso si perdiera mi vida, alcanzaría la perfección. Shifu no reconoce esta persecución. Nadie debería ser capaz de alimentarme a la fuerza”.

La cuarta mañana, ninguno de los colaboradores vino. Solo vino Huang Rui. Dijo: “Comenzaremos a alimentarte a la fuerza si no comes algo”. Luego le pidió a dos hombres armados que me rodearan y amenazaran.

Él dijo que yo había violado la ley por practicar Falun Gong. Yo dije: “Muéstrame la constitución. Dime qué ley he quebrantado”. Dijo que no tenía ninguna copia de la constitución: “No eres de una religión. Según la ley solo tienes permitido creer en una religión”. Contesté: “¿Qué ley dice que solo puedes creer en una religión?”. No logró ganarme la discusión así que envió a alguien a que me alimentara a la fuerza con un par de cucharadas de sopa pero no lograron hacerlo.

Por la noche, me sentía muy incómoda debido a la huelga de hambre. No podía dormir. El médico vino para examinarme. Midió mi presión sanguínea y latidos del corazón. Él sabía que mi salud corría peligro, pero no me dijo nada.

La quinta mañana, Huang Rui vino de nuevo. Me pidió que comiera algo, de otro modo, me alimentaría a la fuerza de nuevo. Luego, trajo un libro e intentó leerlo para mí. Lucía preocupado y sin esperanza. Por la noche, Gong Shanxiu y Gong Jian vinieron a mi habitación y me amenazaron: “Si no renuncias a tu fe, serás enviada a un campo de trabajo forzado”. Sus palabras no me afectaron.

Por la noche, me sentí más incómoda. Tenía mucha sed y hambre y no podía dormirme. Sin importar cuán incómoda me sintiera no renunciaría. Tampoco cooperaría con los seres perversos a quienes estaba intentando disolver. Incluso si realmente moría, alcanzaría la perfección. Sin embargo, Shifu no arregló que yo muriera. Nadie podría hacer que muera.

Por la tarde, tuve un sueño: había un contenedor lleno de agua, y me tomé toda el agua. Eso me hizo sentir muy cómoda. Debió haber sido Shifu que me dio el agua. El médico vino varias veces para examinar mi cuerpo. Por su cara, se podía decir que la situación era seria.

La sexta mañana, escuché gente hablando afuera. Me dije: “Shifu les pidió que me lleven a casa. Debo prepararme”. Mi colega me preguntó: “¿Cómo sabes que te vamos a llevar a casa?”. Yo contesté: “Claro que sé”.

Le dije a mi jefe: “Me has despedido antes. ¿Por qué gastaste dinero para torturarme aquí?”. Él dijo: “No te estamos torturando, te estamos ‘educando’”. Yo le dije: “Tú serás responsable si yo muero aquí”. Él contestó: “Si mueres, solo serás un pedazo de desperdicio”.  

Camino a casa, mi jefe y la policía me pidieron que tomara agua. Acepté porque sabía que iba a casa. Sin embargo, después de tomar el agua, me dijeron que me llevarían a un hospital. Les dije que comenzaría otra huelga de hambre si me llevaban al hospital. Ellos dijeron: “Entonces, simplemente escribe una declaración de que te niegas ir al hospital y que asumes total responsabilidad por tu salud”. Pensé: “Me piden que firme la declaración porque temen que tenga problemas de salud. Cuando llegue a casa y practique los ejercicios, recuperaré mi salud”. Entonces escribí la declaración.

Más tarde me di cuenta de que no tendría que haber escrito. Tendría que haber aprovechado esa oportunidad para validar el Fa. Si validar el Fa y disolver los seres perversos era mi prioridad y era capaz de abandonar el apego a la vida y la muerte, no habría cooperado con ellos de ningún modo, ni hubiera escuchado sus órdenes o demandas. Esto fue el resultado de mi deseo de regresar a casa. Apenas me dejaron en casa, se fueron. Sin embargo, regresaron y me amenazaron: “No le digas a nadie lo que pasó en el centro de lavado de cerebro”. Se podía sentir el temor que tenían.

Siempre que creamos en Shifu y en Dafa, y sigamos las enseñanzas de Shifu, podremos pasar todas las tribulaciones.

Agradezco sinceramente a Shifu por su compasión benevolente.