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Compañeros practicantes: Cuidado con el orgullo

Sept. 2, 2013 |   Por un Dafa dizi de Daqing, provincia de Heilongjiang

[Minghui Net]

La confianza en uno mismo es necesaria y conveniente. No obstante, cuando una persona muestra un excesivo amor por sí mismo y cree que es más importante o mejor de lo que realmente es, dicho orgullo o soberbia frecuentemente es preocupante. No hace falta preguntarse por qué ambas religiones, oriental como occidental, hablan de la soberbia como un pecado que debe ser eliminado.

Los cristianos hablan de los siete pecados capitales que los humanos somos propensos a cometer: la soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza.

Entre los siete pecados capitales, la soberbia se considera el original y el más serio, ya que genera otros vicios. Ante los ojos del teólogo Aurelio Agustín, la soberbia es la causa fundamental que lleva a las personas a cometer pecados. Clive Staples Lewis, un escritor cristiano, parece estar de acuerdo. Para Lewis el pecado más fundamental y extremo es la soberbia e incluso vicios como la ira, la avaricia y el alcoholismo no pueden compararse con ella.

La conocida escritura budista o sutra “Mahā-vaipulya-buddhâvataṃsaka-sūtra”, también menciona a la soberbia como uno de los tres obstáculos que evitan que un cultivador llegue al estado de Fo. En contraste con los otros dos obstáculos (la gula y los celos), la soberbia puede llevar a un cultivador a creer que está más elevado que Buda.

Cuando una persona tiene una percepción demasiado alta de sí mismo, tiende a ser egocéntrica y es totalmente ciega ante su excesivo orgullo. Piensa que todo lo sabe y que es mejor que cualquiera, cuando en realidad las personas lo ven como un tonto arrogante, ignorante y ridículo. Después de todo, su exceso de confianza le impide ver las fortalezas de otras personas, y evita que aumente su propio conocimiento superficial. Fracasa al apreciar a otros y está obsesionado con su propia inteligencia que es verdaderamente insignificante.

Si quien es arrogante es comandante en el campo de batalla, seguramente subestimará a su enemigo y podría perder su mejor oportunidad de contrarrestar el ataque. Como dice un antiguo dicho chino, un ejército sobrestimado está condenado a la derrota.

Si el arrogante es un practicante de alguna fe, podría fácilmente alejarse de su posición correcta hacia su dios, olvidando, mientras tanto, que todo lo que tiene le fue otorgado por su dios.

Los dos relatos religiosos que figuran a continuación son testimonio del peligro que implica ser demasiado soberbio.

Creado como el ángel perfecto, recto y sabio, Satán se volvió arrogante y se rebeló contra Dios. Finalmente, fue expulsado del Cielo, y bajó a la tierra. Fue su soberbia lo que lo hizo caer.

Devadatta era el primo del Fo Sakya Muni. Durante los doce años en que estudió bajo la guía de Sakya Muni, nunca abandonó su orgullo y su crueldad y, en consecuencia, cometió numerosos pecados. Cuando Sakya Muni se negó a enseñarle capacidades sobrenaturales, él se ausentó por poco tiempo y aprendió algunos trucos de otros maestros, y sólo regresó en un intento de ocupar el lugar de Sakya Muni. Cuando Sakya Muni se rehusó, Devadatta entró en ira y asesinó a una monja llamada Uppalavanna. Luego contrató a un guerrero para que asesinara a Sakya Muni. Pero el supuesto secuaz se vio conmovido por Sakya Muni y en vez de asesinarlo se volvió su discípulo. Devadatta no se detuvo, y liberó a un elefante en la calle, esperando que el enorme animal pisoteara a Sakya Muni hasta la muerte. Afortunadamente, Sakya Muni salió ileso. Otra vez, Devadatta empujó una roca gigante hacia un acantilado donde Sakya Muni estaba sentado. Los pies de Sakya Muni fueron golpeados por pequeñas rocas y sangraron abundantemente.

Por sus pecados, Devadatta, no sólo no logró llegar al estado de fruto, sino que cayó al infierno.

La soberbia puede arruinar a una persona y hacerla caer hasta lo más bajo. Para un cultivador, una vez que se encienden las llamas de la soberbia, no solamente socavarán su fe, sino que también podrían destruirlo.

Por lo tanto, me recuerdo y también a mis compañeros practicantes, que nunca debemos creernos más elevados que Shifu ni el Fa.

 

  

Versión en inglés: http://en.minghui.org/html/articles/2013/8/22/141652.html