[Minghui Net] ¡Saludos a todos los compañeros practicantes! Soy un practicante de doce años que no se ha estado cultivando diligentemente. Podría compartir muchas historias sobre mi relación con el Maestro. La siguiente es una historia verdadera que quiero compartir con ustedes sobre cómo el Maestro me dio una revelación en mis sueños.

Una noche, mi abuela y yo fuimos a dormir luego de estudiar el Fa. Mi sueño enseguida me llevó a un magnífico lugar. Soñé que mi mamá y yo estábamos jugando en un parque donde nunca había estado antes. Justo cuando nos estábamos divirtiendo mucho, el cielo cambió de repente. Escuchamos un ruido extremadamente fuerte y luego vimos meteoritos y escombros de diferentes tamaños que caían del cielo. Las personas que se encontraban a nuestro alrededor estaban gritando y se veían muy aterrados. Deseaban poder escapar del peligro de los enormes meteoritos. Sin embargo, mi mamá y yo estábamos muy tranquilos, sabiendo que la “gran eliminación” había llegado. Recitábamos en silencio: “Falun Dafa es bueno. Verdad-benevolencia-tolerancia es bueno”, y estuvimos sanos y salvos.

En un abrir y cerrar de ojos, llegué a un pequeño cuarto. Me senté en la cama y comencé a jugar video juegos. De repente, nuestro majestuoso y compasivo Maestro apareció delante de mi, con muchos otros practicantes parados justo detrás de él. Yo también estaba ahora detrás del Maestro. Una capa de nubes apareció bajo mis pies. El Maestro planeaba llevarnos a los cielos a través de un grueso muro que estaba cerca. La primera vez, no logramos atravesarlo. El Maestro, que se encontraba al frente en ese momento, gritó: “¡Tengan fe en el Maestro!”. Yo me sentía muy emocionado y nervioso, aun así, mi corazón se llenó de confianza en el Maestro. La segunda vez, logramos atravesar el muro.

Después de ver una blanca luz resplandeciente, me encontraba nuevamente en el pequeño cuarto. Había una carta del Maestro sobre la mesa. Pude sentir en ese momento que el Maestro enviaba un mensaje a mi mente: “Joven practicante, no te estás cultivando diligentemente y aún tienes apegos humanos. ¡Debes cultivarte bien de ahora en adelante y retornar a los cielos! ¡El Maestro tiene fe en ti!”. Lágrimas caían sobre mis mejillas al terminar de leer la carta. ¡Lloré intensamente y me decidí a cultivarme bien y regresar a los cielos con el Maestro!

En ese preciso instante, me desperté. No podía parar de llorar y me sentía feliz y triste al mismo tiempo. Sé que aún hay muchos discípulos jóvenes y compañeros practicantes que no se cultivan diligentemente. ¡Espero que podamos aprovechar el tiempo que nos queda, cultivarnos bien, y regresar a nuestro “hogar” original!