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Soy un practicante de Falun Dafa de 62 años. Empecé a practicar en abril de 1999. La jaqueca crónica que sufría desapareció el primer día que leí las lecciones de Shifu. Unos meses más tarde, comenzó la persecución. No vacilé en mi creencia porque sabía que Falun Dafa era la verdad que había estado buscando durante toda mi vida. Nuestro lugar común de estudio del Fa ya no podía existir, pero organicé uno en mi casa. Bajo el cuidado de Shifu, he logrado continuar mi cultivación sin problemas.

Durante la primera etapa de nuestro trabajo para terminar con la persecución, recibí material para aclarar la verdad de compañeros practicantes y lo distribuía diariamente. Cuando la policía destruyó el lugar de producción de material, encontré un sitio más pequeño, e hice las copias yo mismo. Luego de que el libro Nueve comentarios sobre el partido comunista fue publicado en 2004, el pequeño sitio estaba desbordado por la gran demanda de material, así que asumí la responsabilidad de producir copias de los Nueve comentarios. Llevaba bastante tiempo terminar los cuadernillos, y lograba hacer entre 30 y 40 copias por día. Disfrutaba el trabajo aunque era una carga pesada. Para el 2007, los sitios de producción estaban en todas partes, incluso donde estudiábamos el Fa. Llevé de mi casa nuestros Cds caseros, cuadernillos y amuletos al mercado, donde explicábamos la verdad sobre Falun Gong a la gente cara a cara, y los ayudábamos a renunciar al partido comunista y sus organizaciones afiliadas.

Aunque nuestras actividades para la clarificación de la verdad iban sobre ruedas, sucedieron situaciones peligrosas. Los tres incidentes que describo a continuación son casi inolvidables, y prueban las palabras de Shifu: “Con los dizi repletos de pensamientos rectos, Shifu posee el poder de llevarlos al Cielo” (“Bondades entre el Shifu y los dizi”, Hong Yin II).

Salí a distribuir folletos el 19 de diciembre de 2006 con un compañero practicante a un pueblo cerca de la oficina local 610. Noté un auto estacionado con dos personas dentro. Les di una copia de los Nueve comentarios y les pedí que lo leyeran. Un momento después, escuché a alguien gritando, diciéndonos que nos detengamos. Una de las personas que estaban en el auto arrebató nuestro bolso y dijo: “¿No tienen nada más que hacer? Tienen ingresos gracias al partido comunista, ¡pero trabajan en contra del partido!”. Intentó empujarnos para sacarnos una foto. Nos rehusamos a cooperar y enviamos pensamientos rectos. No logró sacar una foto, así que nos obligó a entrar a un edificio e intentó sacarnos una foto. Enviamos pensamientos rectos nuevamente y le pedimos a Shifu que nos ayude. Aún así no lograba tomarnos fotos ni saber nuestros nombres. Seguimos enviando pensamientos rectos, eliminando los factores malignos que afectaban al oficial. Cuando se calmó empezamos a explicarle los hechos sobre Falun Gong. Parecía tener un buen entendimiento, y dijo: “Ustedes dos, váyanse rápido, la persona que los trajo los denunció a la policía”. Antes de irnos les dijimos: “Cuenten a sus familias sobre Falun Dafa. Todos los que sepan la verdad serán bendecidos”.

Dejamos la zona residencial y caminamos por los campos; teníamos la necesidad de exclamar: “¡Falun Dafa es grandioso! ¡Gracias Shifu!”. Ya era casi el mediodía, así que enviamos pensamientos rectos cerca de la oficina 610. Sentíamos la poderosa energía. Es difícil imaginar las posibles consecuencias sin la misericordiosa protección de Shifu.

Una noche, fui a un pueblo con dos compañeros practicantes para pegar carteles de Falun Gong. Un joven nos denunció al comisario del pueblo, y detuvieron a un practicante. Este practicante explicó los hechos sobre Falun Gong al comisario, cómo el partido comunista perseguía practicantes inocentes, y el propósito de clarificar la verdad. La compasión de Shifu y los pensamientos rectos del practicante conmovieron al comisario. Le dijo: “Debes irte de inmediato. El joven te denunció a la policía, te acompañaré para que puedas salir seguro del pueblo”. Nos fuimos y distribuimos el resto del material en otros dos pueblos.

Un día lluvioso en enero de 2009, fuimos con el compañero practicante Ma en motocicleta a llevar un gran bolso con materiales para la clarificación de la verdad a casa de la hermana de Ma, que vivía a 22 km. Después del horario global de enviar pensamientos rectos, 18:00, decidimos distribuir materiales. Cuando salí, me tropecé y caí fuertemente contra los escalones. Mi pie dolía tanto que no podía levantarme. Me di cuenta de inmediato que era una interferencia de las viejas fuerzas. Como Dafa dizi no debo reconocer la interferencia ni la persecución, así que presioné mis manos al frente de mi pecho, en posición heshi, y le pedí ayuda a Shifu. Así pude levantarme lentamente y caminar por más de dos horas repartiendo volantes. Ma me llevó de regreso a casa esa noche. Me saqué el zapato y vi que mi pie estaba negro, desde el dedo al tobillo. Mi familia se asustó al ver cuán terrible era, e insistían en ponerme un ungüento de hierbas en el pie. Les dije que no era necesario, estudié el Fa por 11 días en mi casa, y mi pie se recuperó por completo. Mi familia fue testigo del poder de Dafa y apoyaron aún más mi acción de validar el Fa.

Mis experiencias lo han comprobado una y otra vez: “Con los dizi repletos de pensamientos rectos, Shifu posee el poder de llevarlos al Cielo” (“Bondades entre el Shifu y los dizi”, Hong Yin II).

Nada es tan difícil de superar mientras mantengo fe firme en Dafa y en Shifu. ¡Gracias Shifu! ¡Gracias compañeros practicantes!