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Hacer una buena acción puede no ser realmente bondadoso,

Cuando se hace por fama y ganancia,

Los ojos del Cielo son agudos y brillantes,

Las bendiciones corresponden a las mentes puras y limpias

Yu Liangchen nació en la provincia de Jiangxi durante la dinastía Ming. Era culto y talentoso, y pasó el examen para convertirse en académico a la edad de 18 años. Se ganaba la vida como profesor y enseñaba a la gente cómo hacer buenas acciones. Sin embargo,falló siete veces en pasar un examen avanzado y cuatro de sus  cinco hijos murieron tempranamente. El quinto hijo desapareció y su paradero era desconocido. Tuvo cuatro hijas y tres de ellas murieron jóvenes. Su mujer estaba desconsolada y lloraba tanto que se volvió ciega. Paulatinamente, llegaron a vivir en la pobreza.

Yu Liangchen simplemente no podía dilucidar qué era lo que había ido mal. Pensaba que no había hecho nada grave. Además, había hecho buenos actos todos esos años. “¿Por qué el Cielo me está castigando?”. Acumuló mucho resentimiento en su corazón. Finalmente, cuando tenía 40 años, terminó un documento y pidió al Dios de la Cocina que transmitiera su queja al Cielo de su parte.

Cuando tenía 47 años, una noche él y su mujer estaban sentados en casa sintiéndose solos y tristes. De repente un hombre viejo vino de visita. Durante su conversación, el hombre viejo dijo: “Siempre has sentido que has hecho muchas obras buenas en tu vida, pero no has recibido ninguna bendición. Por eso, tienes mucho resentimiento en tu corazón. En realidad, has tenido muchos malos pensamientos. Cuando estabas haciendo buenas obras, no las hacías sinceramente, sino por fama y ganancia. En tu documento al Cielo, gemías y te quejabas y eso es insultar al Cielo. En lugar de recibir bendiciones, ¡me temo que recibirás castigo!

Yu replicó: “Estoy seguro de que hay un registro de todo lo que he hecho. No creo que todas mis buenas acciones sean en vano”.

El hombre viejo dijo: “Cuando dejabas que un animal capturado se fuera, simplemente querías que los demás lo supieran y no emergía la compasión en tu corazón. Si nadie lo hubiera sugerido, definitivamente no lo hubieras hecho. Mira tu propia casa, hay pescado, gambas y cangrejos. Todo el mundo piensa que eres elocuente, habilidoso, y gracioso en palabras, pero tus conversaciones están llenas de palabras inmorales y lujuriosas. Cuando tu lengua afilada causaba daño a otros, pensabas que eras honesto y generoso. Aunque no has cometido adulterio, tus ojos se giran cuando ves a una mujer atractiva y tu corazón está lleno de lujuria. ¿Cómo puedes decir que eres puro y nunca has consentido tus deseos sexuales? ¿Cómo puedes decir que no estás avergonzado de mirar a los dioses en el Cielo?”.

El hombre viejo también dijo que, en realidad, Yu nunca había hecho nada bueno. En su corazón había codicia, lujuria, envidia, orgullo y otros pensamientos malvados. Si continuaba comportándose así, encontraría muchas tribulaciones y dificultades en lugar de bendiciones.

Yu estaba muy asustado y se arrodilló para llorar con toda el alma. Estaba determinado a cambiarse de ahí en adelante y hacer buenos actos desde su corazón. Practicaría verdaderamente lo que estaba en su corazón y, de este modo, ¡podría llamarse un “daoísta de corazón puro”!

Cuando Yu Liangchen tenía 50 años, pasó el examen oficial y fue a la capital a servir. También encontró a su hijo perdido tiempo atrás, por lo que tuvieron una reunión. Más tarde, Yu hizo cosas buenas todos los días y era muy estricto consigo mismo. Ponía todo por escrito y estableció un ejemplo para sus descendientes. Yu Liangchen murió pacíficamente cuando tenía 88 años.

Como dice el refrán: “Las conversaciones privadas en el mundo humano son como truenos en el Cielo. Los ojos del Cielo son agudos y brillantes”. Cuando una buena acción sale de un corazón sincero, eso es realmente una buena acción. Si el corazón de uno está lleno de pensamientos malvados y malas nociones, no importa lo bueno que parezca exteriormente, lleva motivos ulteriores. El camino de un caballero para cultivarse es ser abierto y honesto. Además, necesita que su interior se corresponda con su exterior.

(De Yu Jingyi Gong se encuentra con el Dios de la Cocina)

Versión en inglés: http://pureinsight.org/node/4855

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