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Extracto:

Me di cuenta que cada vez que aclaraba la verdad de Falun Gong, un condenado a muerte siempre agachaba la cabeza en silencio. Una vez me dijo con voz temblorosa y lágrimas en los ojos: “Si hubiera obtenido el Fa antes… ¿cómo podría acabar así? ¡Me arrepiento de no haber encontrado Dafa antes!”. Le dije: “No te pongas triste, los poderes del Fo son ilimitados”…”Pudiste conocerme, lo que significa que tienes una relación predestinada, por lo que eres afortunado. Recuerda repetir: “Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno, y tu vida va a cambiar”. A partir de entonces, repitió los nueve caracteres a diario, cada vez que lo recordaba. Poco después, ¡ocurrió un milagro! Cuando recibió la noticia de que su sentencia, la habían cambiado de la fila de la muerte a varios años en campo de trabajos, se arrodilló en el suelo y comenzó a reverenciarme. Lo levanté, “No debes hacerlo. Fue Shifu quien te salvó”. Siguió reverenciando y gritando: ¡Gracias Shifu de Falun Gong! ¡Gracias por salvarme!”.

-Por el autor

Me debatí en los estratos inferiores toda mi vida, fue Dafa quien me dio una segunda vida. Cuando comenzó la persecución, tuve que decirle al mundo: “¡Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno!”. En el entorno vicioso de China, fui detenido en cinco ocasiones y llevado a prisión. Me sentenciaron a tres años en un campo de trabajos forzados. Shifu me protegió a cada paso del camino.

Tengo ochenta y un años, había trabajado bajo un denso humo, ambientes llenos de polvo durante decenas de años. Acabé con todo tipo de dolencias relacionadas con el trabajo, entre ellas la silicosis, enfermedad del hígado, gastritis, y colecistitis. Me faltaba mucho la respiración, sentía dolor generalizado, y peor aún, no existía ningún tratamiento para mí. Tuve que jubilarme antes.

Obtuve Dafa en 1996, Shifu purificó mi cuerpo y todas mis enfermedades desaparecieron. Experimenté por primera vez lo que se siente, estar libre de enfermedades. Mi felicidad fue más allá de las palabras. El médico que solía ver se sorprendió al verme: “¿sigue vivo?”. Sabía que fue Shifu quien me rescató del infierno, limpió mi cuerpo, y me dejó ser un glorioso Dafa dizi. Estoy profundamente agradecido con Shifu. No hay nada que pueda hacer para pagarle, lo que ha hecho por mí.

Empecé activamente la difusión del Fa, formé muchos sitios de ejercicios y grupos de estudio del Fa. Los fines de semana de vacaciones, alquilábamos un autobús grande para presentar Dafa en pueblos, aldeas, distritos lejanos. Tenía inagotable energía. Sentí que era la persona más feliz del mundo.

El 20 de julio de 1999 comenzó la persecución. Monstruosas mentiras y materiales calumniando a Dafa estaban por todas partes. Fue abrumador. La policía detenía a la gente aquí y allá, allanaban los hogares de los practicantes de Dafa. Dafa me dio la vida, así que ¿cómo podía quedarme callado? Tuve que apelar por Dafa, por Shifu. Escribí cartas a todos los niveles administrativos y les dije que el gobierno había cometido un error, que Falun Dafa era bueno. Ya que el gobierno provincial no quería verme, fui a Beijing, donde me arrestaron en la estación de ferrocarril y la policía me llevó a mi ciudad natal.

Esa noche, varios policías allanaron mi casa. Se llevaron todos mis libros y cintas de Dafa, me interrogaron. Querían que revelara los nombres y direcciones de los compañeros practicantes. Me interrogaron toda la noche pero no consiguieron nada. Me detuvieron en una pequeña celda del sótano con sólo una pequeña puerta de hierro, me sentí sofocado, era muy difícil respirar. Me calmé, luego medité y memorizaba el Fa. Al día siguiente el guardia me dijo que estaba sentenciado a 15 días de detención. Le pregunté: “Cultivo Dafa. Soy una buena persona, hago las mejores acciones. ¿Qué crimen cometí?”. Ellos respondieron: “Perturbación de la ley y el orden”. Me arrastraron hasta la patrulla y me llevaron al centro de detención.

En el centro de detención la gente me preguntaba por qué estaba allí. Les dije que no había cometido ningún crimen, y que cultivaba Falun Dafa. Les dije la verdad de Dafa, y mi historia personal. Les hablé de sus principios: Verdad-Benevolencia-Tolerancia, sobre la ley universal de “lo bueno engendra lo bueno, lo malo engendra lo malo”. Me escucharon atentamente. Uno de los internos de la provincia de Anhui estaba allí por robar, no podía regresar a casa después de su liberación porque no tenía dinero. Le di todo el dinero que tenía, estaba profundamente conmovido. Uno de los internos de la provincia de Zhejiang, que era muy pobre, sólo tenía una cobija en casa. Le dije que cuando me liberaran, se quedaría con mi ropa de cama. Se conmovió. Las personas con las que hablé dijeron que Falun Dafa era bueno, y que sus cultivadores son buenas personas. Las celdas eran pequeñas, pero repletas de gente. El inodoro estaba en la esquina de la celda, el olor era horrible, no podía soportarlo. Después de 15 días fui puesto en libertad.

Poco después de regresar a casa, recibimos un mensaje diciendo que estaban acosando a un compañero practicante, y que estaban preocupados. Con el fin de rescatarlo, se imprimió un folleto esa misma noche y lo enviamos inmediatamente. Tres días después varios agentes de la policía me detuvieron en mi casa. Me interrogaron toda la noche, preguntando de dónde venía el folleto, y quién más había participado en el intento de rescatar a nuestro compañero practicante. Les dije que no sabía. El director dijo que sabía que yo y mi grupo lo hicimos. Le pregunté: “¿Por qué me preguntas si ya sabes todo? ¿Por qué tienes tanto miedo de un folleto de aclaración de la verdad? Están persiguiendo brutalmente a nuestros compañeros practicantes, escenifican la falsa auto-inmolación de Tiananmen, están engañando y embaucando a sus ciudadanos, culpando de todo a Falun Gong. ¡Qué vergüenza!” No tenían nada que decir.

Me obligaron a estar de pie durante mucho tiempo y me privaron de ir al baño. Uno de los llamados jefes, de pronto se acercó y me golpeó la cara con todas sus fuerzas. Estaba noqueado en el suelo. Mi boca comenzó a sangrar. Vi que quería golpearme otra vez. Lo señalé a la cara y levanté la voz: “Cómo se atreve, aún quiere golpearme, soy más viejo que su padre”. Dijo: “No hay diferencia de edad con los delincuentes”. Le dije con voz grave: “Son ustedes los que cometen un delito, no yo. Es contra la ley golpear a la gente, a sabiendas violan la ley, lo cual es aún peor”. Los guardias se sorprendieron. Se fue en silencio. Estaba recluido en una pequeña celda, sin baño. Había heces y orina por todos los rincones. Fue horrible, sucio y asqueroso. El clima era muy frío. No tenía ropa de cama, pero me senté en meditación toda la noche y recité de memoria el “Lunyu”. Estaba caliente, cómodo, sabía que Shifu me apoyaba y me daba fuerzas. Las lágrimas corrían por mis mejillas.

En la tercera noche, me trasladaron a un centro de detención de la ciudad. Tan pronto como llegué ahí, comencé a aclarar la verdad sobre Falun Dafa. Los internos estaban todos sorprendidos. El jefe de la celda era un preso del corredor de la muerte, de unos cuarenta años. Después de escuchar la verdad, su carácter bondadoso surgió. Me dijo que durmiera cerca de él, le dijo a los demás: “Te lo advierto, ¡nadie toca al Fo!”. Les conté la verdad de Dafa, y respondí a sus preguntas y malentendidos. Los reclusos comenzaron a respetarme. El director me pidió ir a su oficina días después, me preparó una taza de té caliente y dijo: “Está tranquilo el centro de detención, me enteré que les está enseñando Falun Gong y cómo ser buenas personas”. Luego, me preguntó: “¿Qué pasa con Falun Gong, me puede decir?”. Le di un panorama de las características de Falun Gong, los requisitos morales, y la verdad de la persecución. Le dije: “La justicia prevalecerá, lo bueno será recompensado, lo malo, castigado. Asegúrese de tratar a los practicantes con amabilidad”. Contestó: “Sí, sí”. A partir de ahí, cada vez que había un alboroto, les decía que se calmaran y aprendieran de mí, aprendieran a ser buenas personas. No me impidió aclarar la verdad de Falun Gong. Estaba muy contento por él.

Me di cuenta que cada vez que aclaraba la verdad de Dafa, ese condenado a muerte siempre inclinaba la cabeza en silencio. Una vez me dijo con voz temblorosa y lágrimas en los ojos: “Si hubiera obtenido Dafa antes… ¿cómo podría terminar así? ¡Me arrepiento de no haber encontrado Dafa antes!”. Le dije: “No te pongas triste, los poderes del Fo son ilimitados. Si realmente aprendiste la lección de tus errores, y estás decidido a cambiar, nunca es demasiado tarde”. Nuestro Shifu dijo:

“Los dioses son compasivos y benevolentes; poseen la más grande generosidad y capacidad para perdonar y realmente se responsabilizan por las vidas. No se enfocan en el comportamiento de una persona en un momento determinado, porque un dios hace que una vida se ilumine desde lo fundamental y abre la naturaleza fo de una vida desde su naturaleza original”. (Exponiendo el Fa en el Fahui de Chicago, 2004)

“Tú pudiste conocerme, lo que significa que tienes una relación predestinada, por lo que eres afortunado. Recuerda repetir: Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno, y tu vida cambiará”. Desde entonces, repitió los nueve caracteres a diario cada vez que lo recordaba. Poco después, ¡un milagro ocurrió! Cuando recibió la noticia de que su sentencia había cambiado del corredor de la muerte a varios años de campos de trabajo, se arrodilló en el suelo y comenzó a reverenciarme. Lo levanté: “No debes hacerlo. Fue Shifu quien te salvó”. Siguió reverenciando y gritando: “¡Gracias Shifu de Falun Gong! ¡Gracias por salvarme!” Todo el mundo estaba conmovido hasta las lágrimas por su expresión de profunda gratitud. Fue trasladado a un campo de trabajos forzados al día siguiente, pero estaba reacio a dejarme. Cerré mis manos en Heshi y le envié bendiciones. Cuando se iba, gritó en voz alta: “¡Falun Dafa es bueno! ¡Falun Dafa es bueno!”. Su voz sacudió el centro de detención. Todo el mundo sacaba la cabeza para decir adiós. Incluso el director sonreía en la puerta.

Alguien me preguntó: “Eres una buena persona. ¿Por qué estás aquí?”. Le respondí con calma: “No estoy aquí por cometer maldades. Estoy aquí para decirles a todos las buenas nuevas de Dafa. Si no estuviera aquí, ¿cómo sabrían la verdad de Dafa? Si hubieran conocido la verdad antes, no hubieran terminado aquí”. Se quedaron en silencio al oír esto. Después de treinta días, el departamento de policía extorsionó 10, 000 yuanes a mi familia y me soltaron. Les regalé toda la ropa a los internos que no tenían. Muchos dijeron: “¡Falun Gong es verdaderamente grandioso!”. Estoy feliz por esos seres que conocieron la verdad.

Después volví a casa por un mes, recibí una llamada anónima pidiendo 100,000 yuanes. No mencionaron ningún motivo. No respondí. Varios días después, la policía vino a mi casa en medio de la noche. Querían que fuera al departamento de policía a una “charla”. Me negué, pero insistieron. Mi esposa preguntó: “¿Cuándo va a regresar?”. Todos respondieron al unísono: “Pronto”. A mi llegada, me preguntaron: “¿Sigue practicando Falun Gong?” Les respondí: “¿Qué hay de malo con la práctica de Falun Gong? Tener un cuerpo saludable, ahorrar en gastos médicos, ser una buena persona, mejorar mi nivel moral, y mantener una sociedad estable…”

El jefe de la policía se puso impaciente. De pronto se levantó y gritó: “¡Cállese! ¡Está condenado a tres años en un campo de trabajo! ¡Venga y fírmelo!”. Me negué, y me dijo que me tenía que ir incluso sin firma. No le creí y le pedí llamar por teléfono a mi esposa. Preguntó: “¿Se puede dormir después de enterarse de la noticia?”. Los señalé a la cara: “Le prometieron que volvería pronto, y ahora serán ¡tres años! ¡Cómo no le voy a decir!”. Le expliqué a mi esposa la situación. No escuché su respuesta, oí el teléfono caer al suelo. Estaba seguro que se había desmayado. Era tarde en la noche, estaba sola. ¿Quién podía ayudarla? En ese momento experimenté la dificultad y dureza de xiulian, y la naturaleza de los oficiales de policía menos conscientes.

Cuando llegué al campo de trabajo. Me negué a entrar por motivos de salud. Sin embargo, el agente de la policía manipuló la situación y aún así me dejó allí. El campo de trabajo ordenó a un drogadicto, vigilarme todos los días. Tenía unos treinta años, una esposa y un niño. Hablé con él a diario, de la verdad de Falun Gong, de las normas morales, de los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Iluminé su naturaleza bondadosa. Una vez le dije: “Según la doctrina atea del partido comunista chino, la gente no cree en la ley universal de que “el bien es recompensado y el mal castigado”. La norma moral se desliza hacia abajo a una velocidad terrible. La gente no se contiene y recurre a todos los medios, incluso asesinar, pagan por matar, la homosexualidad, promiscuidad sexual, consumo y tráfico de drogas. Debes saber, que si la humanidad no hace algo por detenerlo, el cielo sí lo hará. Es muy peligroso. Todavía eres joven. Debes cuidar a tus padres que te criaron, en lugar de eso estás aquí sufriendo, desperdiciando tu vida aquí. ¿Cómo puedes pagarles a tus padres, tu esposa, e hijo?

Por una relación predestinada nos encontramos, nadie te va a decir esto, salvo yo”. Comenzó a llorar y me dijo que su familia ya no lo quería. Le dije: “¿Cómo? Sus corazones están sufriendo. No hay padres en el mundo que no amen a sus hijos. Debes decir de verdad “no” a las drogas a partir de hoy y pedirle a tu familia perdón”. Me dijo que no sabía leer ni escribir. Escribí una carta por él y se la leí. Se puso a llorar y firmó con su nombre. Dos semanas más tarde, sus padres, esposa e hijo fueron a visitarlo. Le dieron algo de dinero y le dijeron que cuidara su salud, dejara su adicción a las drogas, y regresara a casa pronto. Estaba agradablemente sorprendido, quería darme las gracias. Le dije que no me diera las gracias. Se arrodilló en el suelo y reverenció: “Gracias, ¡Shifu de Falun Gong por salvarme!”. Declaró que cuando regresara a casa, practicaría Falun Gong también.

En la víspera de Año Nuevo, varios compañeros practicantes detenidos conmigo planeamos hacer los ejercicios juntos a medianoche. Estaba meditando en mi cama, sentí la luz de una linterna en la cara. No me detuve y terminé la meditación. Al día siguiente, todos los practicantes fueron despojados de sus ropas y obligados a permanecer en el suelo frente a la pared. Se les privó de alimentos, agua y el sueño. Algunos incluso se desmayaron. Otros no pudieron soportar, porque sus piernas estaban heridas debido al frío extremo. Sentí la linterna en la cara esa noche, pero el guardia dijo que no me había visto. Supe que Shifu me protegió. No podía dejar de llorar cada vez que pensaba en Shifu. En un ambiente tan duro, Shifu nos protegía a cada paso del camino.

En cada oportunidad tenía que estudiar el Fa. Cuando hacíamos el trabajo forzado, aprovechaba la ocasión para memorizarlo. Con el ánimo del Fa y el apoyo de Shifu, sentimos como si estuviéramos envueltos en energía compasiva. Es tan sagrado ayudar a Shifu a rectificar el Fa.

Shifu dijo:

“Si realmente puedes mejorarte de esta forma, las cosas que haces con un corazón puro serán lo mejor y lo más sagrado”. (Entendiendo aún más, de Escrituras esenciales para mayor avance)

Tengo unos ochenta años. En el campo de trabajo, tenía que trabajar como todo el mundo, las horas de trabajo se extendían hasta la noche. Tuvimos que trabajar más de diez horas al día. Estábamos hartos de arroz mohoso con rábanos encima. Cada mañana nos obligaban a correr en el campo. Debido al excesivo trabajo y una nutrición deficiente, desarrollé edema generalizado y falta de aliento. Constantemente tosía con sangre y me desmayaba a menudo en el trabajo. Mi vida pendía de un hilo fino. Me acordé de lo que Shifu dijo:

“Lo que en realidad cada ser confronta es la elección de su propio futuro”. (Exponiendo el Fa en el Fahui de Filadelfia, Estados Unidos, 2002)

Le prometí a Shifu que usaría mi vida para validar el Fa, no importa cuán severamente era perseguido, nada iba hacer vacilar mi voluntad. Le pedí a Shifu: “No importa el estado de mi xiulian, Shifu, por favor ayúdeme a preservar mi cuerpo. Quiero ayudar a Shifu en la rectificación del Fa, cumplir mi misión de ¡salvar seres conscientes!”.

Las autoridades del campo de trabajo tenían miedo de que me muriera allí, así que me enviaron al hospital. Su diagnóstico incluyó edema pulmonar grave, un nudo en el hígado. Me liberaron para recibir tratamiento médico. Cuando volví a casa, mis síntomas desaparecieron, supe que Shifu había vuelto a ayudarme. Regresé a la rectificación del Fa. Han pasado más de diez años, no he tomado una sola pastilla. Mi corazón está tranquilo, mi cuerpo es luz, y los demás dicen que soy como un joven compañero.

Haré lo mejor para hacer bien las tres cosas, abandonar los apegos, y en este camino definitivo esforzarme vigorosamente. No voy a abandonar a Shifu.

Esta es mi experiencia durante la rectificación del Fa. Señalen, por favor, amablemente mis deficiencias.

¡Heshi!

¡Gracias, Shifu!

¡Gracias, compañeros practicantes!

Fecha de publicación: 15/12/2011