Por un practicante de Falun Dafa de la ciudad de Dalian, China

(Sabiduriapura.org)

Minghui Semanal publicó algunas historias sobre los recuerdos de las lecturas del Fa de nuestro Maestro en China Continental, lo cual me trajo muchas memorias…

1. Comprando una entrada – devolviendo una entrada – comprando la entrada devuelta

Era a fines de junio de 1994. Me enteré de que el Maestro Li, fundador de Falun Dafa, iba a dar lecturas del Fa en el gimnasio de la Fábrica de Motores de Dalian, y le pedí a uno de mis colegas que me comprara una entrada. La serie de lecturas estaba programada para empezar el 1 de julio.

Sin embargo, a fines de junio, me asignaron repentinamente para ir de viaje de negocios fuera de la ciudad. No me di cuenta de que esto era interferencia, así que le pedi a mi colega que devolviera la entrada. Regresé de mi viaje de negocios apresuradamente, pero ya era 3 de julio.

Normalmente hubiera esperado hasta la próxima ronda de lecturas, ya que el Maestro había enseñado las dos primeras lecturas. Sin embargo, esta vez, no me podía quedar quieto en casa. Estaba ansioso por escuchar las lecturas. Por ello, me fui al gimnasio temprano esa noche. Estaba muy determinado; si había una entrada devuelta, la compraría y entraría. Si no había entrada devuelta, me quedaría fuera a escuchar. Afortunadamente, alguien me ofreció una entrada devuelta justo después de que llegara al gimnasio. Yo estaba muy feliz. Pensé para mí mismo, ¿cómo pudo haber tanta coincidencia?

Ahora lo entiendo. Fue el precioso pensamiento que envié, ¡y el Maestro arregló la oportunidad para que yo obtuviera el Fa! Luego, el Maestro dijo durante la lectura del Fa que no todos pueden entrar en la lectura del Fa. Algunas personas querían entrar pero no podían. Era la relación predestinada lo que permitía que uno asistiera.

2. Viendo dos veces al Maestro

Había cerca de 2.700 asientos en el gimnasio. Estaba lleno con más de 4.000 personas, muchos de los cuales se sentaron en el piso ordenadamente. Más tarde me enteré de que muchos de ellos venían de fuera y no podían conseguir boletos con asientos. La atmósfera en el gimnasio era solemne y cómoda. Yo había ido a muchas otras lecturas de Qigong pero nunca había tenido esa sensación antes. No sabía el motivo en aquél tiempo. Luego, supe a través de las lecturas del Maestro, que era el campo de energía traído por la cultivación en el Fa recto.

Me senté en un lugar lejos del escenario y no podía ver a nuestro Maestro claramente. Sin embargo, vi que el Maestro no tenía guión para la lectura. El Maestro sacó un pedazo de papel, lo dobló, y lo colocó en la mesa. Él, solo ocasionalmente le daba una mirada al papel. Hacia calor en julio. Había una botella de agua mineral en la mesa. Sin embargo, nunca vi que el Maestro la tomara.

Un día, no mucho después de que empezara la lectura, escuché que el Maestro dijo que deberíamos bajar nuestros abanicos, cuanto más los usemos, más calor sentiríamos, no era malo sufrir un poco, si una persona podía completar la cultivación meramente sufriendo un poco de calor, sería demasiado fácil... Más tarde me di cuenta de que el Maestro nunca sostuvo uno en sus manos. Él solo estiraba el cuello de su camisa un poco ocasionalmente. Desde hace 10 años, ese momento en adelante, dejé de usar abanicos.

Cuando el Maestro daba su lectura, su voz era alta y clara. Las palabras eran tan calmas, concretas, y poderosas. Los principios que expresaba eran profundos y aún explícitos y comprensibles. Cada oración fue directamente a lo profundo de mi corazón. Después de una sesión, encontré que mi perspectiva del mundo había cambiado, como si el Maestro hubiera abierto una puerta delante de mí. Muchas preguntas desconcertantes en mi vida se resolvieron. Ya no estaba aprendiendo Qigong para curar enfermedades y mejorar la salud, estaba por practicar la cultivación. Esa sensación de dicha y felicidad no puede ser descrita. Brillaba en mi corazón, y después de años de enfermedades crónicas, mi cuerpo se sentía como si fuera levantado.

Para ese entonces, desarrollé un gran respeto hacia el Maestro. Vino naturalmente de mi corazón. Quería ver bien al Maestro (así es como todos nos dirigimos al Maestro Li). Al final de la lectura el primer día, esperé afuera en la entrada, y no vi al Maestro hasta que todos se fueron. Al día siguiente, cuando la lectura se terminó, el Maestro nos dijo que tomáramos un descanso y que luego enseñaría la siguiente serie de ejercicios. Me apresuré a ir hasta al frente y vi al Maestro que había bajado del podio y estaba sentado al lado hablando con alguien. Cuando tuve al Maestro al frente, junté mis manos a la altura de mi pecho respetuosamente. El Maestro no dio media vuelta hasta que bajé mis manos. Eventualmente vi al Maestro. A pesar de que no sabía quién era el Maestro, sentí una inmensa felicidad y privilegio de ser capaz de seguir al Maestro para estudiar y hacer los ejercicios.

Seis meses completos pasaron y era 29 de diciembre. Me enteré de que el Maestro estaba por dar lectura del Fa en Dalian de nuevo. Tuve la fortuna de poder ir junto con los compañeros practicantes a darle la bienvenida al Maestro al aeropuerto. Sin tener consideraciones minuciosas, los practicantes de los centros de asistencia no notificaron ampliamente a los practicantes. Solo unos pocos sabían sobre esto. Aún así, los practicantes que fueron llenaron el vestíbulo del aeropuerto. Aunque hacía un poco de frío a nadie parecía importarle. Instantáneamente, todos los practicantes dejaron el vestíbulo de manera ordenada y esperaron a ambos lados de la puerta de salida. La cola se extendía a lo largo de toda la plaza del aeropuerto. Los practicantes esperaron quietamente. De vez en cuando alguien preguntaría quien estaba llegando ese día para ser esperado por tal multitud. Los practicantes de la hilera del frente contestaban con orgullo, “¡Es nuestro Maestro!”

Llegó la noche y el cielo estaba despejado. Un avión tras otro aterrizó. No me atrevía a pestañear. De repente, vi una nube de color naranja, y luego un avión voló hacia dentro y salió de nuevo. Yo estaba asombrado. Diez minutos después, el Maestro salió del vestíbulo, sosteniendo flores que recibió de los practicantes. El Maestro usaba un saco de algodón corriente, con el exterior negro y líneas amarillas (el saco que aparece en el retrato de Explicando el contenido de Falun Dafa). Los practicantes no podían contener su excitación al ver al Maestro, y se apresuraron a rodearlo. Mucha gente se preguntaba curiosamente, “¿Quién es esta persona de tan alta estima?”

Yo estaba parado en el lado derecho del Maestro. Era la segunda vez que estaba cerca del Maestro. Grité con emoción, “¡Saludos Maestro Li!” El Maestro contestó con una sonrisa, “¡Saludos, saludos!”

Más tarde, cuando los practicantes recordaron esa escena, todavía estábamos emocionados pero también apenados. Estábamos ansiosos por conocer al Maestro y nos olvidamos de mostrarle respeto. Luego en nuestra cultivación, nos dimos cuenta cada vez más de quién es el Maestro, y nos apenamos aún más.

3. El sentimiento de un secretario del Partido

El 30 de diciembre de 1994, el Maestro dio un discurso en el Estadio De Dalian, el cual fue el último en China Continental. La capacidad de asientos interna del estadio era de 6.600. El marco estaba ordenado y solemne. Durante todo el discurso, excepto por la ola de aplausos, no había ni un sonido. El discurso duró tres horas. Cuando terminó, el Maestro bajó del podio y caminó alrededor del estadio. La audiencia entera se paró. Cuando el Maestro pasó cerca de donde yo estaba, un flujo de aire cálido pasó. Todos lo sintieron. Los aplausos explotaron y duraron un largo rato.

En mi camino hacia fuera, escuché a los miembros del personal que seguían al Maestro preguntar, “¿Quién se sentó en el asiento X en la fila X?” Yo respondí inmediatamente, “Yo distribuí esa entrada ¿Por qué?” Resultó ser que cuando el daba el discurso, el Maestro detectó que la persona en ese asiento se preguntaba como más de 6.000 personas podían permanecer tan quietas. De todas las reuniones que él había asistido en el pasado, una incontable cantidad de reuniones de gran escala, siempre se sintió adormecido, aburrido o mareado.

Le di esta entrada al Secretario del Partido de nuestra fábrica yo mismo. El segundo día le pregunté, “¿Cómo se sintió ayer mientras escuchaba el discurso?” Él respondió, “¡Fue maravilloso! He asistido a innumerables reuniones de todos los tamaños, incluyendo aquellas de oficiales del gobierno. Nunca tuve semejante experiencia. El estadio permaneció tan quieto por tres horas. Podía escuchar cada palabra tan claramente. Tienes que avisarme cuando vuestro Maestro venga otra vez.” Le dije que nuestro Maestro sabía sobre todo lo que él pensaba en el estadio, y estuvo realmente sorprendido. Su respeto hacia el Maestro estaba más allá de la descripción.

Diez años completos han pasado. Siempre que recuerdo las escenas de aquellos días cuando el Maestro enseñó las lecturas en Dalian, siento como si fuera ayer. En los días tumultuosos que han seguido, siempre que pienso en la alta estima de nuestro Maestro, mi corazón se llena de fuerza para sobreponerse al mal. El Gran Maestro cruzó todo el país y viajó por todo el mundo ofreciendo salvación a los seres concientes sin tener en cuenta las tribulaciones. Como discípulo del Maestro, seguiré al Maestro paso a paso para asistirlo en la Rectificación del Fa, cumplir mi misión, y merecer el título de discípulo de Dafa del período de la Rectificación del Fa.

Fecha de edición: 27/4/2005
Fecha del artículo original: 19/4/200
Categoría: Experiencias de cultivación
Versión en chino disponible e http://minghui.ca/mh/articles/2004/12/27/92245.html
Versión en inglés disponible en http://www.clearwisdom.net/emh/articles/2005/4/19/59836.html