[Minghui Net] El campo de trabajo forzado de Masanjia en Liaoning tuvo relevancia internacional cuando apareció una carta pidiendo auxilio en un set de decoración para halloween adquirido por una mujer en el estado de Oregón, Estados Unidos, en 2011.

Condenado por los defensores de los derechos humanos alrededor del mundo, el campo de trabajo fue clausurado a finales de 2013. Su nombre desapareció del ojo de la tormenta, pero desde entonces han surgido más revelaciones.

Si no te transformas, serás enviado a Sujiatun”

Decenas de periodistas y funcionarios asistieron a una visita al campo de trabajo de Masanjia en julio de 2001.

Un periodista preguntó a un practicante de Falun Gong detenido: “¿Cree que será liberado si no se transforma?”. El practicante respondió: “Creo que la justicia prevalecerá un día y volveré a mi casa”.

Un guardia, furioso por la respuesta del practicante, le dijo en frente de los visitantes: “¡Estás muerto, solo espera a que te envíen a Sujiatun!”.

Luego de eso, “enviar a Sujiatun” se convirtió en el mantra de los guardias. Lo usaban con frecuencia para amenazar a los practicantes.

¿Dónde queda Sujiatun? Y ¿porqué ser enviado allí era una amenaza tan terrible?

En 2006, el testimonio de la ex esposa de un neurocirujano dejó al mundo sin palabras. Sujiatun, en las afueras de la ciudad de Shenyang, escondía un campo secreto de concentración donde los órganos de los practicantes de Falun Gong eran extraídos mientras se encontraban con vida.

Antes de que la sustracción de órganos quede expuesta, los practicantes amenazados por guardias simplemente pensaban que Sujiatun era un lugar con lavado de cerebro y tortura intensiva. Nadie realmente entendía lo que los guardias querían decir cuando afirmaban: “Nunca saldrás de allí”. Recién cuando la noticia se hizo pública muchos practicantes lo entendieron.

Exámenes físicos completos

En 1999, cuando empezó la persecución, los practicantes de Falun Gong pasaban por exámenes de revisación obligatorios como frecuencia cardíaca y presión arterial.

Sin embargo, los practicantes que eran trasladados al campo de trabajo luego de septiembre del 2000, pasaban por el hospital del campo de trabajo y eran sometidos a exámenes generales.

Electrocardiogramas, radiografías, análisis de sangre y orina, y exámenes ginecológicos. Los doctores también revisaban el tipo de sangre de los practicantes. Además de la sangre para los exámenes anteriormente mencionados, retiraban una cantidad inusual de sangre y la almacenaban en tubos de vidrio.

Los doctores hablaban con cada practicante. Estaban especialmente interesados en practicantes que tenían grupos sanguíneos poco comunes, y preguntaban con gran detalle sobre su tipo de vida, estado de salud, cuando empezaron a practicar Falun Gong, y si había enfermedades hereditarias en sus familias, etc.

Mientras los doctores hablaban con los practicantes, llenaban planillas. A cada practicante se le asignó un número, y el doctor les pedía que recordaran ese número, porque serían llamados por su número en lugar de ser llamados por su nombre. Los practicantes con los grupos sanguíneos poco comunes tenían un triángulo dibujado delante de su número.

El guardia Dai Yuhong dijo una vez a los practicantes luego de un examen: “he trabajado aquí por mucho tiempo y nunca había visto a ningún interno pasar por tantos exámenes diferentes. Trajeron equipos especialmente para ustedes”.

Luego del año 2000, muchos practicantes de Falun Gong eran llevados en secreto durante las “campañas de transformación”. Nunca nadie los veía de nuevo. La mayoría quedaban detenidos en aislamiento al rehusarse a ser “transformados”. Eran trasladados por la noche o madrugada en vehículos policiales o militares.

La persecución impulsada como política nacional

Cumpliendo al pie de la letra con la política de persecución a Falun Gong impulsada por el ex líder del partido comunista chino, Jiang Zemin, el campo de trabajo de Masanjia se convirtió en un “campo modelo nacional”.

Con fondos del estado, un grupo de guardias de Masanjia, seleccionados por el ministerio de justicia de la provincia de Liaoning, viajaban por los campos de trabajo, cárceles y centros de lavado de cerebro de toda China, para enseñar a usar sus “experiencias” sobre cómo torturar y transformar a los practicantes.

La oficina 610 de Liaoning también orquestró sesiones anuales intensificadas de lavado de cerebro que duraban desde veinte días a un mes, para transformar a los practicantes que se negaban a abandonar su fe.