(Minghui.org) Hace unos días me llamó una practicante por teléfono. Lloraba mientras me contaba su historia. Había estado sufriendo por un edema desde hacía algún tiempo. Muchos practicantes lo sabían y la animaban; intercambiaban experiencias y le ayudaban a buscar sus apegos. Le dijeron que negara la persecución del yeli de enfermedad. Decía que no podía encontrar ningún apego más que necesitara eliminar. El edema se agravaba cada vez más y más y sentía como si su abdomen estuviera a punto de explotar.

Yo no conocía su situación real, pero sé que cuando atravesamos tribulaciones es muy importante estudiar el Fa. Si no éramos capaces de manejar la situación, también podíamos pedir ayuda al Maestro.

Estudié medicina en la universidad y después de graduarme trabajaba en la enfermería de un hospital. En 1999 fui relegada a trabajar en el departamento de radiología porque me negué a abandonar mi creencia en Falun Dafa. Mis colegas de profesión sabían que el número de mis leucocitos disminuyeron enormemente cuando estuve trabajando anteriormente en el departamento de radiología. Pensé que la gerencia del hospital me asignó aquel sitio para forzarme a renunciar a mi práctica.

Los aparatos del departamento de radiología eran viejos y estaban obsoletos, así que emitían una alta tasa de radiación. Mi trabajo allí consistía en cuidar a los pacientes, y encender o apagar esos aparatos. Los empleados apenas estaban protegidos contra la radiación. A pesar de todo, encontré que este era un buen lugar para hablar a los pacientes sobre Falun Dafa.

Cuando trabajaba allí, a menudo, me sentía muy cansada. Sentía mi cuerpo entumecido, y cuando volvía a casa después del trabajo, iba directo a la cama. Después de descansar un poco, me levantaba y hacía los ejercicios de Falun Dafa. Hacía la meditación sentada por las mañanas.

A veces mi garganta me incomodaba debido a la radiación y leía Zhuan Falun en voz alta. Entonces, me sentía mejor y mi voz se volvía clara y agradable de nuevo. De esta manera, era capaz de mantenerme firme.

Tenía casi treinta años pero aparentaba que tenía veintiuno. Mi piel era suave y mis mejillas sonrosadas. Algunos opinaban que todavía parecía una adolescente. Incluso, por teléfono, mi voz sonaba como la de una niña. A menudo les contaba a otros que lucía y sonaba tan joven porque practico Falun Dafa, un camino de cultivación avanzado para mente y cuerpo.

Un compañero practicante compartió que no deberíamos pedir ayuda al Maestro con demasiada frecuencia. Eso era un corazón de dependencia. Otro practicante también me señaló, con seriedad, que yo tenía este apego. Incluso yo misma sentía que tenía este apego, pero que lo maquillaba un poco en mi mente y lo daba por bueno.

Comenzó mi menstruación, pero no se interrumpía. De acuerdo con los informes médicos, se debía a que un gran número de mis plaquetas y otros factores de coagulación se habían dañado por la radiación.

Esa vez no pedí ayuda al Maestro como habría hecho antes; en lugar de eso, lo soporté en silencio. Fui a trabajar, hice los ejercicios y estudié el Fa como de costumbre. En aquel momento, el Maestro no había hablado aún sobre enviar pensamientos rectos.

Al noveno día mi cara lucía muy pálida y solo tenía fuerzas cuando hacía los ejercicios de Falun Dafa o estudiaba el Fa.

Después de doce días tenía problemas para caminar y solo podía mantenerme con firmeza de pie cuando hacía los ejercicios. Incluso tenía que tumbarme en la cama para estudiar el Fa. Miraba la foto del Maestro y me preguntaba si debería pedir ayuda o no al Maestro. No estaba segura de que esto fuera mi apego.

El Maestro me sonrió con amabilidad. Comprendí que era evidente que podía pedir ayuda al Maestro. Era su discípula. Si me encontraba en peligro, sin duda, podía pedir al Maestro. No era mi corazón de dependencia. Mi cuerpo humano y la parte que no había completado la cultivación eran incapaces de impedir algunas interferencias de otras dimensiones. Nuestro Maestro es omnipotente y controla cada cosa en el nivel macroscópico del universo. Mi menstruación se interrumpió después de darme cuenta de esto.

Entonces recordé que el Maestro, en sus primeras conferencias, nos decía que lo llamemos por su nombre si encontramos interferencias demoníacas. Acostumbraba a decir al Maestro: “por favor ayúdeme, por favor sálveme o por favor deme fuerzas”. A veces, de noche, en mi apartamento, veía escenas horrorosas. Abría mi ejemplar de Zhuan Falun, y entonces, al mirar la foto del Maestro, rápidamente me quedaba dormida.

Mi problema con la menstruación estaba afectándome al hablar con la gente sobre Falun Dafa y la persecución. Cuando le pedí al Maestro ayuda, realmente escogí el camino que había arreglado para mí, no el camino que las viejas fuerzas forzaban sobre mí que estaba intentando arruinar mi cuerpo humano.

Los artículos de Minghui mencionan que cuando los practicantes gritan: “Maestro” cuando estaban siendo perseguidos, los perseguidores, inmediatamente, interrumpen sus acciones malvadas. Los Fashen del Maestro están cuidándonos. Cuando no somos capaces de resolver problemas, nos ayudará en cuanto le pidamos ayuda claramente.

Si nuestras mentes están repletas de nociones humanas, incluso si pensamos que lo hemos hecho bien y actuamos con compasión y sin miedo, seguimos siendo practicantes que no estudiamos bien el Fa. El Maestro nos enseñó en el Fa que una de las excusas que usan las viejas fuerzas para impedirle ayudarnos, es que los practicantes olvidan que son discípulos de Dafa durante las tribulaciones. Nunca vamos a olvidar quienes somos, o por qué estamos aquí.

Lo anterior es mi entendimiento personal. Por favor, señalen cualquier cosa inapropiada.